Setenta y cinco años después de la última guerra mundial, el mundo se
enfrenta de nuevo a una batalla mundial.
Esta vez, toda la humanidad lucha en el mismo bando contra la enfermedad por coronavirus (COVID-19). La pandemia se ha cobrado en muy poco tiempo cientos de miles de vidas, ha infectado a millones de personas, ha perturbado la economía mundial y ha causado un miedo generalizado al futuro.
Las Naciones Unidas se movilizaron pronto y de manera amplia,
encabezando la respuesta sanitaria a nivel mundial, continuando y ampliando la prestación de asistencia humanitaria vital, desarrollando instrumentos de respuesta rápida a las repercusiones socioeconómicas y estableciendo un amplio programa de políticas para la acción en todos los frentes. También han prestado apoyo operacional a los gobiernos y otros asociados de todo el mundo.
Ahora, tras meses de experiencia en los que hemos recogido las mejores
prácticas y valiosas enseñanzas, elaboramos este panorama general de
la respuesta de las Naciones Unidas en su totalidad hasta la fecha.
En él se incluye nuestra orientación clave, las lecciones aprendidas y el apoyo prestado hasta ahora, y se señalan los pasos cruciales que deben seguirse para salvar vidas, proteger a las sociedades y recuperarse mejor. Se trata de una fórmula para dar una respuesta integral a la COVID-19 y
recuperarse, que no dejará a nadie atrás y abordará las mismas fragilidades y brechas que nos hicieron tan vulnerables a la pandemia. También se señala el camino para aumentar la resiliencia a las futuras conmociones, sobre todo las derivadas del cambio climático, y para superar las graves
y sistémicas desigualdades que la pandemia ha puesto de manifiesto de manera tan trágica.
La pandemia es más que una crisis de salud; es una crisis económica, una crisis humanitaria, una crisis de seguridad y una crisis de derechos humanos, que ha afectado a las personas, las familias y las sociedades. La crisis ha puesto de relieve las fragilidades dentro de las naciones y entre
ellas.
No es exagerado sugerir que nuestra respuesta implicará rehacer y reimaginar las estructuras mismas de las sociedades y las formas en que los países cooperan para el bien común. Para salir de esta crisis será
necesario un enfoque que abarque a toda la sociedad, todos los gobiernos y todo el mundo, impulsado por la compasión y la solidaridad.